Tu Orgullo Nos Inspira: Vida, control y muerte: la biopolítica del VIH/SIDA (3er lugar, ensayo creativo)

Vida, control y muerte, la biopolítica del VIH/SIDA escrito por Resilience y Tanaki

Tu Orgullo Nos Inspira: Vida, control y muerte: la biopolítica del VIH/SIDA (3er lugar, ensayo creativo)

Cada año, durante el Mes del Orgullo LGBT+, lanzamos nuestra campaña #TuOrgulloNosInspira con actividades de incidencia política y cultural para reconocer, visibilizar y honrar las luchas y activismos LGBT+. En esta edición queremos compartir con todxs los textos ganadores del concurso de escritura creativa «Nadie hablará del sida cuando estemos muertxs», el cual convocamos como parte del #InspiraFest en el marco del 1 de diciembre, Día mundial de lucha contra el sida. Hoy, en nuestro blog, les traemos el texto de Resilience y Tanaki, quien ganó el 3er lugar en la categoría Ensayo creativo. ¡Disfrútenlo!

Vida, control y muerte: la biopolítica del VIH/SIDA

Autorx: Resilience y Tanaki

A partir del descubrimiento del VIH/SIDA, el Estado ha construido una serie de biopolíticas que permiten categorizar a los cuerpos para después moldearlos y encuadrarlos en los estándares de los socialmente aceptado. Estas biopolíticas se enfocan en dos aspectos: la medicalización de los cuerpos y la estigmatización de los infectados. En 1981, en California se registró el primer caso clínico de VIH, el cual fue el primer diagnóstico del virus en el mundo, desde ese momento fue notable el aumento de personas contagiadas con el virus. La década de los 80 estuvo plagada de gran incertidumbre en torno a esta enfermedad, y de gran estigmatización hacia ciertos sectores de la población (personas homosexuales, trans y sexoservidoras) (El Universal, 2018).

La enfermedad no contaba con un nombre clínico, y se le denominaba “cáncer gay” o “peste rosa”. No fue sino hasta 1983 que un grupo de científicos publicó en la revista Science el descubrimiento del virus, al que llamaron Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH); y hasta 1985 cuando se aplicó la primera acción política en el mundo para diagnosticar y prevenir la enfermedad (Linde, 2018).

En 1987 la Organización Mundial de la Salud (OMS) instituyó un programa especial sobre SIDA, y se aprobó el uso del primer tratamiento antirretroviral, zidovudina. Sin embargo, este tratamiento no se encontraba al alcance de todos por su alto costo y por el estigma que se había generado en torno a las personas infectadas, además, la medicalización generaba graves afecciones a la salud por su consumo continuo (MedlinePlus, s.f.).

A pesar del avance de las campañas contra el VIH/SIDA, aún queda el cuestionamiento sobre hasta qué punto estas campañas, los tratamientos, e incluso el hecho de que los Estados no hagan nada respecto a la epidemia, son consideradas como mecanismos biopolíticos y de biopoder para la subordinación de los cuerpos.

Las biopolíticas se plasman a través de las políticas de la salud. Foucault establecía que el nacimiento del biopoder comenzó con las políticas de educación sobre higiene para la conformación de un ciudadano biopolítico. Dichas campañas buscan el disciplinamiento del cuerpo, además de la regulación de la vida a través de la sexualidad. Esto dio lugar a políticas de tratamiento de la enfermedad a través de la higiene personal y la medicalización. Así se construyó una red de vigilancia en torno al sujeto. En la actualidad este aspecto sigue vigente, aunque el acento está puesto en la prevención, entendida ésta como estrategia de control social. El individuo pasa a tomar un rol central en cuanto el Estado delega la responsabilidad sobre el propio cuerpo.

De acuerdo con Sibilia, las medidas preventivas son consideradas como herramientas del poder. Por eso, las estrategias de biopoder que apuntan a la prevención de VIH/SIDA pasaron de estar enfocadas únicamente en homosexuales, personas trans y sexoservidoras a involucrar a todos los sujetos a lo largo de toda la vida. (Sibila, 2005).

El Estado se encarga de la construcción de la normalidad a partir de la biopolítica, entendida como un tipo de administración del cuerpo operada por el Estado como actor regulador a partir del establecimiento de trayectorias de lo deseable. Lo normal constituye un marco estandarizado a partir del cual se somete a los cuerpos; la medicina es quien construye parámetros de normalidad distinguiendo al cuerpo sano/normal del enfermo/anormal. Los conocimientos que posee la ciencia médica le permiten ejercer poder sobre el cuerpo. La medicalización y el testeo son instrumentos que pretenden evidenciar la anormalidad para luego encaminarla hacia lo establecido como normal.

Imagen con frase destacada del ensayo creativo. Empieza la frase: 

“En el caso de las personas con VIH/SIDA, las biopolíticas los obligan a sufrir una muerte doble; por un lado, la muerte corporal (...) Por otro lado, el portador de VIH/SIDA se enfrenta a la muerte social: el rechazo por parte de la sociedad”

Fin de la frase. Este fue un fragmento de Vida, control y muerte: la biopolítica del VIH/SIDA, escrito por Resilience y Tanaki como parte de Tu Orgullo Nos Inspira
Ilustración: Alan Betanzos (Ig: @alanbetanzos)

De acuerdo con el discurso biopolítico, el examen para la detección del VIH tiene una función normalizadora: “es una vigilancia que permite calificar, clasificar. Establece sobre los individuos una visibilidad a través de la cual se los diferencia” (Foucault, 2008). En el caso del VIH, el testeo cumple la función práctica de observar y clasificar a los individuos bajo la norma infectado/no infectado.

La condición de sano/normal no es permanente ni fija, sino que debe ser comprobada constantemente. Como afirmaba Deleuze en Posdata sobre las sociedades de control, en las actuales sociedades de control “nunca se termina nada”, la ratificación de la condición de sano/normal se vuelve algo permanente y necesario (Deleuze, 1990). La universalización del examen para la detección del VIH/SIDA pone de manifiesto que cualquier individuo es potencialmente un sujeto peligroso (ya que puede contagiar a otros), y al mismo tiempo en víctima (ya que él mismo puede estar infectado).

Es importante resaltar que la prevención es el eje central dentro de las políticas desarrolladas en torno al VIH/SIDA, porque permite justificar y atar al cuerpo a controles indefinidos de salud. Esta es la corriente que hoy en día prevalece en lo que se entiende como “imperativo de la salud”, donde no se privilegia la cura de una enfermedad, sino la anticipación a su desarrollo, y posibilita la creación de nuevos dispositivos de control sobre el cuerpo.

Cuando los mecanismos de prevención han fracasado y el individuo resulta VIH+ en el testeo, es necesario recurrir a nuevos mecanismos biopolíticos para el control del cuerpo, enfocados principalmente a la no-transmisión del virus por parte de los cuerpos anormales/enfermos. Una
mejor calidad de vida es posible, pero el paciente tiene responsabilidad sobre sí mismo, pero, sobre todo, ahora tiene una responsabilidad que antes no tenía con el resto de la población. En el ejemplo se ve claro lo que para Foucault son dos caras de la misma moneda: saber-poder (Foucault, 1978). ¿Quién tiene la autoridad para decirle al individuo que está infectado, y quién para designar al nuevo sujeto anormal la responsabilidad sobre sí mismo y sobre los demás?

El lugar de poder, el discurso dominante, o el actor que se encuentra en situación de poder es quien tiene el conocimiento, es decir, los médicos. Cuando éstos detectan el virus, ese conocimiento deja de ser del individuo afectado porque refiere a una epidemia que puede afectar a otros, ahora el individuo depende de una autoridad mayor. Este movimiento de información es posible porque el discurso médico dominante es el único que se afirma con el conocimiento requerido (y por tanto con la autoridad necesaria) para el control del cuerpo enfermo/anormal. El cuerpo médico, a partir del conocimiento del sujeto infectado, puede llevar a cabo los mecanismos biopolíticos para incorporar al cuerpo anormal dentro de los parámetros de normalidad. Es decir, el saber del que se apropia la medicina permite la acción sobre los cuerpos, y al mismo tiempo la legitima.

La biopolítica construye una dicotomía entre el cuerpo y el ser; una fragmentación entre el cuerpo y su esencia (Bustamante, 2011). En el caso con las personas con VIH/SIDA, las biopolíticas los obligan a sufrir una muerte doble; por un lado, la muerte corporal: los infectados se enfrentan al deterioro del cuerpo ocasionado por la falta de atención médica adecuada. El debilitamiento del cuerpo eventualmente se convierte en la muerte del cuerpo. Por otro lado, el portador de VIH/SIDA se enfrenta a la muerte social: el rechazo por parte de la sociedad al considerarlo infeccioso y peligroso, la discriminación y el abandono emocional.

Desde la construcción del Estado moderno, este se ha planteado distintas formas de restringir y controlar a la población a través de mecanismos e instituciones que fungen como categorizadores mediante la reproducción de ideologías que separan a lo normal de lo enfermo, que invisibilizan y excluyen a las corporeidades que no cumplen con lo establecido como lo normal. Entonces, mediante esta patologización y esta dicotomía entre lo sano/lo enfermo, se establece una institucionalización de la enfermedad que mediante la medicalización y las instituciones de salud buscan regular y controlar a la población a través de la sexualidad y la reproducción.

Se habla pues de las pruebas de VIH que buscan categorizar al que está sano del que está enfermo, para así mediante la medicalización que es entendida como el biopoder se busca la regulación no solo del virus, sino del cuerpo que le posee.

Referencias bibliográficas:
Bustamante, M. (2011). Viviendo con VIH, muriendo con SIDA. Quito: FLACSO.
Deleuze, G. (1990). Posdata sobre las sociedades de control. En G. Delueze, Conversaciones (págs. 277-283). Valencia: Editorial Pre-Textos.
El Universal. (20 de octubre de 2018). Cuando el VIH llegó a México en los años 80.

Foucault, M. (1978). La verdad y las formas jurídicas. Barcelona: Gedisa.
Linde, P. (19 de mayo de 2018). 35 años del descubrimiento de aquel extraño y mortal virus. Obtenido de El País
MedlinePlus. (s.f.). Zidovudine Injection.
Sibilia, P. (2005). El Hombre Postorgánico. México D.F: Fondo de Cultura Económica.

Ficha técnica

Vida, control y muerte: la biopolítica del VIH/SIDA

Autorx: Resilience y Tanaki

3er lugar en la categoría Ensayo creativo

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