4/20 Día Mundial de la Marihuana: Desactivar las bombas, desactivar el estigma

Ilustración original de Alan Betanz

4/20 Día Mundial de la Marihuana: Desactivar las bombas, desactivar el estigma

Las palabras importan.

Hoy más que antes somos conscientes de las heridas que el lenguaje puede causar.

Hoy más que antes usamos las palabras como un campo de batalla. Y, como en todas las batallas, existen bandos. Hay quienes inventamos o nos apropiamos de las palabras para sentirnos segurxs y acompañadxs. Y hay quienes las usan para minar el terreno que compartimos con bombas cargadas de estigma.

A muy temprana edad descubrí lo que las «sustancias» le hacían a nuestrxs cuerpxs, tanto individuales como sociales. Papá era alcohólico. Mamá, paciente psiquiátrica. A muy temprana edad descubrí las palabras que estaban asociadas al “consumo de sustancias”: enfermedad, incapacidad, violencia, irresponsabilidad, descuido, ausencia… y la lista podría seguir.

Sin embargo, nunca encontré relación entre esos términos y lo que mis padres representaban para mí. Papá se volvía un hombre más amoroso con «unas copitas de más»; también en ese estado él solía recordar o, mejor dicho, revivir (porque no había nostalgia de por medio) los momentos en los que había sido feliz buscando su libertad. En cuanto a mamá, ella me contaba historias increíbles cuando no tomaba sus medicamentos, historias de santos aparecidos y mujeres que interrumpen peleas de gallos a balazos para reclamar, nuevamente, la aclamada libertad. Sí, todo lleva a la libertad.

Ilustración: Alan Betanzos (ig: @alanbetanzos)

Claro que todo eso no quita lo doloroso que fue perderlos en medio de ese mar de palabras que lxs demás les hacían cargar sobre sus hombros. Cuando comencé mi viaje personal con las sustancias, mis padres ya no estaban. Pero las palabras (las viejas y las nuevas) seguían ahí abriendo heridas.

Hubo un momento en el que perdí el rumbo. Sentí el peso terrible de convertirme —primero ante los ojos de lxs demás y luego ante los que me devolvía el espejo— en “enfermo”, “loco”, “criminal”, “irresponsable”, “disfuncional” y todo lo demás que la sociedad a menudo piensa de nosotrxs. A diferencia de mis padres, y precisamente por haber vivido en su compañía, ya sabía lo que implicaban los tratamientos para «estar mejor»: los grupos de autoayuda, el pseudo amparo de la religión, los centros de rehabilitación, la medicación, las terapias alternativas… y sabía que ése no era mi camino. 

También sabía que no estaba solo. Estaba consciente de que allá afuera existen muchxs otrxs en una situación similar, que no encuentran, porque incluso no buscan, una «compostura» para su «problema». Tenía amigxs en «el mundo de las drogas» (lo que sea que eso signifique, como si las drogas nos arrojaran directamente a los márgenes de otro planeta) que me guiaron y protegieron. Y también tuve amigxs a mi lado cuando llegó el momento de intervenir para superar los estragos que las sustancias causaron en mi cuerpo y mi mente. De la mano de esxs amigxs, aquellas palabras fueron haciéndose ligeras y fui construyendo espacios para ponerme a salvo y conectar con otrxs viviendo en una forma similar.

Así fue cómo surgió el programa de Consumo de Sustancias de Inspira Cambio: como un espacio seguro y empático en el que podemos hablar entre pares de todo lo que nos metemos, para así reducir los daños y riesgos que esto implica; surgió como una esperanza para salir de aquel campo minado sin hacer explotar ninguna de las palabras-bombas que dejan lxs otrxs que no quieren/pueden entender nuestro modo de vivir.

De frente a la criminalización, el prohibicionismo y la patologización del consumo queda mucho por hacer. Hace casi 100 años, un grupo de artistas se reunía en la Alameda Central de la Ciudad de México a fumar marihuana para pedir su legalización, y recién logramos que nuestras instituciones registren medidas que regulen su uso médico y recreativo.

Ilustración: Alan Betanzos (ig: @alanbetanzos)

Supongo que queda un largo y difícil camino en lo que respecta a la legislación de otras drogas, pero mientras tanto ¿qué podemos hacer nosotrxs, lxs consumidorxs de a pie, para acelerar los cambios necesarios y no quedar desamparadxs sanitaria y jurídicamente? Por lo pronto, nos toca hablar de nuestro consumo: hablarlo con nuestrxs amigxs para entender cómo viven el suyo; hablarlo con nuestras familias para que no tengan miedo; hablarlo con nuestrxs compañerxs de trabajo para descubrir que quizá nos conecta algo más que un  escritorio; hablarlo con nuestrxs médicos para cuidar nuestra salud y conocer los límites de nuestrx cuerpx; hablarlo para saber que no estamos solxs y para cuidarnos entre nosotrxs, porque cuando se trata de proteger, la ley siempre llega tarde.

El de las drogas es un clóset que apenas si comenzamos a abrir, pero confío en que si lo hablamos entre todxs saldremos de ahí con la cruda como único e innegable malestar. Espero, así, ya no existan más “enfermxs”, ni “criminales”, ni “buenxs para nada”, ni “viciosxs”. Porque las palabras importan. Dejemos de excluir y etiquetar a lxs otrxs por sus prácticas y modos de vida, ése es el primer paso para generar auténticas alternativas que den respuesta a las necesidades de ésta o cualquier otra comunidad. Porque las palabras importan.

Al final escribo esto porque, a muy temprana edad, descubrí que «adicción» o «enfermedad» no pesan cuando están cargadas de amor, cuidados y el acompañamiento de la familia.

Este #420, Día Mundial de la Marihuana, gritamos desde nuestra honda y placentera pechequez: “¡desactivemos las bombas, desactivemos el estigma!”.  

Ah, y si quieres hablar sobre tu consumo, conocer estrategias para reducir los riesgos, o acercarte a especialistas para sobrellevar un consumo problemático, ponte en contacto con nosotrxs. Puedes escribirme por WhatsApp al 55 6153 2035, soy Tona y coordino el programa de Consumo de Sustancias de Inspira Cambio. También puedes mandar mensaje privado en m.me/InspiraCambioAC

Por Tonatiuh López Jiménez
Coordinador del programa de Consumo de Sustancias de Inspira Cambio A.C.

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